"Adictos a la ilusión de la calma"
Nuevo ataque terrorista en Israel. Un conductor palestino embistió el martes con su vehículo contra un puesto de control del ejercito israelí en Cisjordania. Los soldados le dispararon y el coche acabó estrellándose contra un jeep del ejército aparcado junto a la torre de vigilancia. Con el terrorista dentro, los automóviles explotaron hasta consumirse en una bola de fuego, sin que se produjeran heridos entre los soldados. Hamás celebró este “nuevo acto de resistencia en Jenín”. “… es una respuesta a los crímenes de ocupación contra nuestro pueblo, especialmente contra los presos encarcelados en Israel”. (Ynet)
También esta semana, un funcionario de prisiones israelí sufrió heridas leves al ser atacado por un preso palestino en la cárcel de Nafkah, en el desierto del Neguev. El preso utilizó un pequeño utensilio de cocina que había afilado para clavárselo al funcionario. La agresión coincide con el endurecimiento del régimen de detención de los reclusos de Hamás en la prisión de Nafkah.
Un vídeo compartido en twitter por Gabriel Chocron muestra fotografías y secuencias de siete de los ataques terroristas que Israel ha sufrido durante el último mes. Por la música inadecuada que acompaña a las imágenes recomiendo silenciar el vídeo. Dos civiles israelíes han muerto en estos treinta días como consecuencia de la violencia de radicales palestinos. Escribe Chocron en su tuit: “Si en cualquier lugar del mundo ocurrieran 7 ataques terroristas en un mes, sería centro de las noticias. Pero cuando la sangre derramada es israelí y los victimarios palestinos, el terrorismo se banaliza, esconde y algunos hasta justifican.”
El experto en geopolítica y seguridad Dan Schueftan también ha escrito de la violencia, no sólo política y palestina, que sufre la sociedad israelí. En su columna semanal de Israel Hayom, Schueftan argumenta que el gobierno de Bennett está paralizado por el miedo a la hora de actuar contra quienes siembran la muerte, la anarquía y el caos a lo largo, más que a lo ancho, de Israel. Schueftan cita en esta ecuación la actual estrategia de Hamás: perfil bajo en Gaza para seguir recuperándose de la última ronda de bombardeos y agitación en Jerusalén y Cisjordania, donde se han producido casi todos los ataques terroristas de las últimas semanas. Hamás también está reforzando, advierte Schueftan, su capacidad militar en el sur del Líbano. En vez de aprovechar el aislamiento de los Hermanos Musulmanes en la región y seguir debilitando su marca en Gaza (Hamás), el gobierno israelí cae en la trampa de los terroristas premiando su inactividad con la relajación de las restricciones sobre la franja. Desde la guerra de mayo, Israel ha aceptado que se reanude la inyección de ayuda qatarí en Gaza, ha dado permisos de trabajo en Israel a 10.000 gazatíes y ha levantado la prohibición a numerosas importaciones y exportaciones a la franja. Según Schueftan, esta política permite engordar las arcas del gobierno dictatorial de Hamás, y ha hecho posible la entrada de infraestructura militar que, obviamente, no se declara como tal en las aduanas. A juicio de Schueftan, el gobierno de Israel es cautivo de una “adicción a la ilusión de la calma” en la que también incurre a la hora de actuar (de no actuar) contra otros tipos de violencia insurreccional contra la sociedad y el Estado. Entre los fenómenos preocupantes Schueftan refiere “los disturbios de los beduinos” en el sur y las prácticas mafiosas en las comunidades árabes del norte. A la creciente agresividad de los terroristas en las cárceles, a los “actos terroristas” de los radicales judíos en Cisjordania y a “la violencia masiva y organizada” de los extremistas jaredíes más díscolos. “Un liderazgo atenazado por el miedo a afrontar la violencia es responsable de propagarla, hasta el punto de que para combatirla serán necesarias medidas mucho más duras de las que habrían sido necesarias de haberse actuado al principio.”