Culpar a Alemania de los atropellos con Audi
El diario El Mundo publicaba este martes los resultados de una investigación que muestra como los satélites independentistas de la Generalitat de Puigdemont le pidieron al Barça que financiara parte de los gastos del Procés. Una de las revelaciones del periódico madrileño tiene que ver con Israel y la logística cibernética del proceso. Según cuentan Esteban Urreiztieta y Orfeo Suárez en esta breve pieza, una de las peticiones fue que el Barça contratara a empresas israelíes para “la prestación de servicios de seguridad y de desarrollo de software”. Como se dice en el propio texto, las empresas israelíes están entre las mejores del mundo en el campo que interesaba en ese momento a los independentistas, por lo que no es raro que pensaran en ellas quienes le exigían sacrificios patrióticos al Barça. En el título y la imagen que la ilustra, sin embargo, la noticia sugiere conexiones más profundas entre el independentismo y el Estado judío y las empresas israelíes. Empecemos por el título: “Las empresas de seguridad y software israelíes que formaban parte del plan”. Las empresas israelíes habían sido elegidas por los activistas independentistas que le pedían financiación al Barça. Cabe pensar que ya habían tenido contacto con ellas y que estas habían aceptado prestar servicios a un proyecto ilegal que podía meterles en problemas. Pero no iban a hacerlo por solidaridad con la causa sino por dinero. (Al final el Barça no accedió a abrir la caja.) La sociedad israelí es por lo general más adepta al riesgo que la europea. Sus empresas no son una excepción y a menudo se tiran a piscinas en las que las de otros países no pondrían ni un pie. Pero nada de lo que se dice en el texto justifica la afirmación del título. La noticia va ilustrada, además, con una imagen extraña: un primerísimo plano del rostro de Puigdemont cubierto de pequeñas estrellas de David blancas. La imagen parece indicar que elección de empresas israelíes para prestar estos servicios era parte de un apoyo más amplio que Puigdemont recibió de Israel (y quizá de los judíos en general) en su intento de crear una República independiente en Cataluña. Una vez más, nada en el texto justifica la insinuación. “La propuesta [de que el Barça contratara a las empresas mencionadas] abre incógnitas acerca de la conexión que pudiera haberse establecido entre líderes independentistas y sectores israelíes”, se lee en el texto. ¿Qué son “sectores israelíes”? ¿Sectores del Gobierno, de los servicios secretos de la cultura, del mundo empresarial? ¿O simplemente con las empresas de las que se habla en la noticia? Israel y el mundo judío producen fascinación entre el público. Presentar envueltos en un halo de misterio los lazos que israelíes y judíos hayan podido tener con el independentismo es una fuente segura de clics e interés para el periódico. Pero salir a los kioskos virtuales con ese párrafo, ese título y esa foto es un poco como culpar a Alemania de los atropellos con Audi.
Para apoyar la apertura de incógnitas que plantea, la noticia recuerda que el independentismo catalán de derecha mira a Israel con simpatía y lo considera una fuente de inspiración para sus aspiraciones nacionales. Artur Mas fue recibido por Simón Peres en los meses previos a la convocatoria del primer referéndum de independencia. El embajador israelí en España Alón Bar se felicitó repetidamente en público de que los (nacionalistas) catalanes se identificaran con los judíos y vieran en Israel un modelo para sus planes. El juez y diputado de ERC Santiago Vidal aseguró que el independentismo trabajaba para que Alemania o Israel financiaran a Cataluña de manera temporal después de la ruptura. Y según un informe publicado por el PP y Ciudadanos, Puigdemont pensaba pedir ayuda al Mossad para montar una agencia estatal de ciberseguridad para Cataluña. La noticia de El Mundo también recuerda que el de Israel fue uno de los gobiernos que más tardó en reaccionar a la crisis en Cataluña. Y cuando lo hizo no defendió la unidad de España ni condenó la Declaración Unilateral de Independencia.
Es difícil establecer con cuánta simpatía cuenta el independentismo catalán en la administración israelí. Israel es un país acostumbrado a adaptarse a los cambios y sacar lo mejor para sí de cualquier situación que se presente. Conociendo su política exterior, lo más probable es que Jerusalén no haya cerrado la puerta a establecer contactos con una hipotética República Catalana. Es importante señalar que Israel no le debe absolutamente nada a una España que se posiciona sistemáticamente en contra de los intereses del Estado judío. En una Europa occidental generalmente hostil, sobre todo en el sur, a Israel no le vendría mal la aparición de un nuevo país relativamente educado y próspero y con unas élites dispuestas a cooperar y hacer negocios. Claro que nada de esto significa que Israel trabaje por la independencia catalana o sea “parte del plan”.