De Kiev a Lviv y el Monte de los Olivos
Tres meses después de firmar un acuerdo militar, Israel y Marruecos han sellado un pacto para intensificar sus relaciones comerciales y las inversiones bilaterales en los sectores aeroespacial, del automóvil, agrícola-alimentario, farmacéutico y textil. El objetivo es elevar las transacciones comerciales entre los dos países de los 131 millones de dólares al año actuales a más de 500 millones de dólares, a través de la aprobación de incentivos para las inversiones, la eliminación de la doble imposición y la cooperación en materia de aduanas. Este nuevo paso en las relaciones bilaterales entre los dos países es fruto de los Acuerdos de Abraham que Israel ha firmado con Marruecos y otros países árabes.
El ministro de Exteriores de Israel, Yair Lapid, ha ordenado el traslado de la embajada israelí de Kiev a Lviv, en el oeste de Ucrania. Al igual que otras democracias occidentales, Israel teme que Rusia lance una invasión militar de Ucrania que llegue hasta la capital. El presidente ruso Vladimir Putin reconoció ayer oficialmente las dos ‘repúblicas’ separatistas títeres de Moscú en los territorios ucranianos de Donetsk y Luhansk, tras anunciarlo en un discurso surrealista en que negó la condición de país soberano a Ucrania y reivindicó los derechos de Rusia sobre todas las repúblicas ex-soviéticas. Israel también está trabajando para repatriar a los miles de ciudadanos israelíes -con doble nacionalidad israelí y ucraniana, pero también religiosos jaredíes establecidos en lugares como Umán, donde vivieron los fundadores de sus dinastías rabínicas- y se prepara para la posibilidad de evacuar a entre 150.000 y 200.000 judíos ucranianos en caso de que Putin provoque una guerra a gran escala en Ucrania. Diplomáticos israelíes en Polonia, Rumanía, Hungría y Moldavia visitaron recientemente los pasos fronterizos con Ucrania para evaluar las posibilidades de una evacuación por tierra.
Israel ha mantenido hasta ahora una actitud de calculada ambigüedad en la crisis provocada por Putin en Ucrania, llegando a vetar la venta de baterías antiaéreas de la Cúpula de Hierro a Kiev para no desatar la ira del Kremlin. El principal motivo de esta ambivalencia que ha enfurecido a los ucranianos es que Israel necesita que Rusia siga permitiéndole bombardear objetivos de milicias iraníes en Siria sin que las tropas rusas desplegadas allí para apoyar al dictador Asad tomen represalias o intervengan para impedirlo. Según altos funcionarios israelíes citados por el portal de noticias Walla, Jerusalén teme que las posibles sanciones de Estados Unidos a Rusia como castigo a su comportamiento con Ucrania pueda afectar al delicado equilibrio con los rusos en Siria. El Canal 12 de Israel le preguntó hace poco al ministro de Exteriores Lapid si Israel se unirá a las sanciones contra Rusia si los Estados Unidos da el paso. Lapid siguió arañando tiempo y dijo que “consideraremos el camino a tomar”.
Israel recula por el momento en sus planes de expandir un parque natural de Jerusalén a varios terrenos que son propiedad de las iglesias históricas cristianas. Los planes de expansión incluían el Monte de los Olivos, que fue escenario de momentos cruciales de la vida de Jesús. El ayuntamiento de Jerusalén ha asegurado que no seguirá adelante con el proyecto sin consultar antes a los representantes de las iglesias. Representantes de las iglesias armenia, católica y greco-ortodoxa habían denunciado el viernes la iniciativa como otro “ataque premeditado contra los cristianos en Tierra Santa”. Las autoridades de Jerusalén aseguran que los espacios en disputa están en un estado de abandono y estarán mejor protegidos si son incorporados al parque. Las iglesias cristianas en Tierra Santa han denunciado repetidamente en los últimos meses los supuestos intentos de judeizar los territorios cristianos de la ciudad por parte de grupos nacionalistas judíos que contarían con la aquiescencia del Estado de Israel.
Una investigación del ministerio de Justicia ha descartado que la policía israelí utilizara el programa de espionaje Pegasus para acceder ilegalmente al contenido de los móviles de 26 políticos, alcaldes, activistas, periodistas y hombres de negocios, como publicó hace semanas el periódico Calcalist. Entre las supuestas víctimas había familiares y figuras públicas cercanas a Netanyahu, incluidos testigos clave del juicio que se sigue en su contra por corrupción. Netanyahu considera la investigación insuficiente y opaca. Calcalist ha anunciado que revisará el trabajo periodístico en que informó de los supuestos abusos.