Drama en Bielorrusia y un enredo con el semen
Continúan los actos de terrorismo en Jerusalén. Una mujer israelí de 26 años fue apuñalada ayer por la mañana en la espalda cuando llevaba a sus hijos al colegio. La presunta autora del apuñalamiento es una adolescente palestina de 15 años que fue detenida justo después del ataque. Tanto la víctima como la agresora viven en Sheikh Jarrah, o Simón HaTsadik para los judíos, la zona disputada de Jerusalén en la que se produjeron los disturbios que desencadenaron (al menos en el relato generalmente aceptado por los medios) la última ronda de lanzamientos de cohetes de Hamás el pasado mes de mayo. Israel Hayom ha publicado una entrevista con el marido de la mujer apuñalada. Sus palabras son un buen reflejo de la situación de tensión que se vive en Sheikh Jarrah/Simón HaTsadik, con los vecinos árabes protestando, con la simpatía de los medios internacionales, para expulsar a los “ocupantes” judíos y los judíos resistiendo con la determinación, como es el caso de la familia de la mujer atacada, de quien tiene una misión religiosa e histórica. Para entender la compleja historia de este barrio de Jerusalén que seguirá saliendo en las noticias vale la pena leer este texto que tradujo hace unos meses ACOM. La realidad es bastante diferente de la fast truth que nos sirven los grandes medios para poder proceder con su relato de palestinos buenos y judíos malos. Para cerrar el bloque dedicado hoy al terror quiero compartir un detalle destacado por el periodista y rabino Jonathan Berim. De los últimos ataques que se han producido en Jerusalén “dos fueron cometidos por estudiantes de secundaria y uno por un profesor”. Berim también nos ofrece este vídeo de los momentos previos al ataque del miércoles.
La israelí Maya Rayten-Stol fue detenida hace un mes en el aeropuerto de Minsk, Bielorrusia, por viajar con dos gramos y medio de marihuana para uso médico que le había sido prescrita legalmente en Israel. Desde el momento de su arresto, Rayten-Stol ha estado encarcelada en el Castillo de Pischalauski, una imponente construcción del siglo XIX en la que las autoridades bielorrusas hospedan a los presos que aún no han sido juzgados. Rayten-Stol sufre de varias enfermedades y, según ha denunciado ella misma, está detenida en una celda de 12 metros cuadrados que comparte con otras tres mujeres que sólo hablan ruso. De ser declarada culpable de tráfico de drogas, Rayten-Stol podría ser condenada a entre tres y cinco años de cárcel. La mujer ha hecho un llamamiento desesperado a las autoridades israelíes para que hagan todo lo posible por liberarla. “Mi salud se está desvaneciendo. No puedo estar más aquí y no duraré mucho”, ha declarado esta abogada de profesión en una carta escrita desde la cárcel. Rayten-Stol ha contado que recibe inyecciones diarias para calmar el dolor que sufre en la pierna, pero esta medicación no es suficiente para sustituir el cannabis y otros remedios prescritos por los médicos en Israel y la abogada vive en un estado permanente de agonía. En enero del año 2020, las autoridades rusas liberaron a una viajera israelí que había sido detenido por llevar nueve gramos de marihuana en su equipaje. La liberación se produjo después de una intensa campaña diplomática por parte del gobierno de Jerusalén. (Times of Israel)
La Autoridad Palestina y las organizaciones de apoyo a los encarcelados en Israel por delitos de terrorismo están indignadas por la aparición de la película Amira, una coproducción jordano-egipcia-palestina que el reino hachemita ha nominado para competir en los próximos Oscar. Dirigida por el egipcio Mohamed Diab, la película cuenta la historia de una joven palestina concebida por inseminación artificial después de que su padre, detenido en una cárcel de Israel, consiguiera (o eso creían él y su mujer) sacar de manera clandestina de prisión una muestra de su semen. (Este método de concepción es, parece, relativamente habitual entre los presos palestinos en Israel, que ven como una victoria sobre el enemigo burlar sus restricciones y reproducirse desde la cárcel. Se dice que decenas de niños palestinos han sido concebidos de esta forma en los últimos años.) La trama gira en torno al terremoto psicológico y social que se desatará en Amira y su entorno cuando descubran que el semen con el que se quedó embarazada su madre no era de su padre, sino de un funcionario de prisiones israelí que descubrió la acción clandestina y decidió cambiar la muestra del esperma del preso por una suya. El ministro de cultura de la Autoridad Palestina ha dicho en un comunicado que la película “atenta contra nuestro relato nacional y de lucha y ofende de manera inequívoca la historia y la lucha de los presos palestinos”, informa el Jerusalem Post. Colectivos de apoyo a presos han tachado la cinta de “traición” a la causa palestina, y piden al mundo árabe un boicot a la película.