El antisemitismo en Ucrania
En un mensaje a sus seguidores publicado el lunes, Netanyahu desmintió haber aceptado un acuerdo con la fiscalía que supondría su retirada de la vida política a cambio de librarse de la cárcel, y confirmó que seguirá liderando el Likud. Netanyahu también agradeció el apoyo que le han brindado millones de israelíes. En apenas unos días, una campaña online para recaudar fondos que ayuden al exprimer ministro a pagar sus costos legales ha recaudado alrededor de un millón de euros en pequeñas donaciones.
La posibilidad de una nueva invasión rusa de Ucrania preocupa a Israel. Según cuenta Anshel Pfeffer en Haaretz, altos funcionarios israelíes y organizaciones judías de Ucrania se reunieron el domingo para hablar de un programa de evacuación de los judíos en peligro en caso de que estalle la guerra. Según estas organizaciones, en las regiones de Crimea y el este de Ucrania, donde en 2014 entraron tropas rusas, viven unos 75.000 judíos reconocidos como tales por la ley de Israel. Ucrania tiene una de las juderías más grandes de Europa. Según el Congreso Europeo Judío, en 2014 vivían en Ucrania entre 360.000 y 400.000 judíos.
Mientras tanto, Israel trata de mantener sus buenas relaciones con ambos países, una posición que le será más difícil de mantener si estalla de nuevo la guerra. “Si hay una guerra en la que mueran civiles habrá presiones de Estados Unidos y de la muy numerosa comunidad ucraniana en Israel”, le ha dicho la experta en relaciones internacionales Ksenia Svetlova a Lahav Harkov para un artículo del Jerusalem Post. “Muchos israelíes tienen familia en Ucrania y se están preparando para organizar protestas”, explicó Svetlova, que recordó la importancia de la cooperación israelí con Rusia para poder seguir bombardeando objetivos terroristas en Siria sin entrar en conflicto con las tropas rusas allí desplegadas. “Puede que Israel tenga que condenar [las acciones rusas contra Ucrania] pero de una forma muy cuidadosa”, dice Svetlova.
Desde la salida del presidente pro-ruso Yanukovich del poder en 2014, después de la revolución del Maidán, Rusia ha acusado a los sucesivos gobiernos pro-occidentales de Ucrania, y a Ucrania en general, de fascismo y antisemitismo. El intelectual rumano Gabriel Andreescu desmiente ese mantra de la propaganda rusa en su último artículo. En primer lugar, el apoyo a grupos que pueden considerarse de extrema derecha no supera el 5 % en Ucrania. Los sondeos muestran, además, que la sociedad ucraniana convive con los judíos con más naturalidad que la mayoría de países vecinos. Ucrania tuvo entre 2016 y 2019 un primer ministro judío, Volodymyr Groysman. También son judíos dos últimos jefes de personal de la presidencia de Ucrania, 30 de los 427 diputados del parlamento y el propio presidente del país, Volodymyr Zelensky. Escribe Andreescu: “Esto no ha impedido que las autoridades de Moscú acuse de fascismo y antisemitismo a toda la sociedad ucraniana, ni que estas acusaciones hayan tenido resonancia en todo el mundo. Sabemos con certeza que la sensibilidad de Occidente a la manipulación es una de sus vulnerabilidades geoestratégicas”.