El hijo de monsieur Soriano
El presidente de Israel, Isaac Hertzog, recibió ayer en Jerusalén a su homólogo de la República Democrática del Congo, Felix Tshisekedi. Durante su trayecto desde el aeropuerto de Tel Aviv a la capital israelí, Tshisekedi tuvo que ver varios carteles gigantes que le acusaban de antisemitismo. “Félix: basta de antisemitismo corrupto”, rezaban las pancartas, impresas a todo color con la cara del líder congoleño junto al mensaje. La campaña podría estar pagada por el gran rival político de Tshisekedi, Moisés Katumbi. Katumbi es hijo de un judío sefardí griego, Nisim Soriano, que llegó al aún Congo Belga tras huir de los nazis de la isla de Rhodes. Buena parte de la familia Soriano murió en los campos de concentración alemanes en Polonia después de haber sido deportada de Grecia por los alemanes. En el Congo, Soriano empezó de cero una vida particularmente fértil. Se casó con una heredera de la realeza Lunda e hizo fortuna dedicándose a la pesca, el transporte y el suministro de alimentos a las minas de Katanga. Los Soriano cambiaron su nombre tras la independencia, lo que no evitó que Mobutu Sese Seko nacionalizara sus negocios. Moisés Katumbi heredó el genio empresarial de su padre y entró en política. Antes de saltar a la arena nacional después de haber de exiliarse en Bélgica por oponerse al intento de perpetuarse en el poder de Kabila, el hijo de monsieur Soriano fue gobernador de la provincia de Katanga. Un perfil de la Jewish Telegraphic Agency dice que su gestión trajo “uno de los programas de rehabilitación económica más exitosos de la historia reciente de África”. Durante el mandato de Katumbi, la recaudación de impuestos por parte del gobierno regional pasó de 100 millones de dólares a 1.200, gracias a los esfuerzos del magnate por redoblar las capacidades para procesar y refinar los minerales que antes se exportaban en bruto. “Bajo su liderazgo, la producción de cátodos de cobre aumentó de las 18.000 toneladas en 2007 a más de un millón de toneladas seis años después”, ha escrito la revista African Business. Con Katumbi como gobernador, el acceso a agua corriente pasó de ser un lujo para el 5 % de la población a llegar al 67 % de los katangueses. La escolarización se multiplicó por tres, igual que el porcentaje de niñas en las aulas. Katumbi es también el presidente del TP Mazembe de Lubumbashi, un equipo fundado por misioneros benedictinos bajo el nombre FC San Jorge que es hoy uno de los grandes de África gracias a las inversiones de la familia Katumbi. Aunque no se declara judío, Katumbi ha mostrado tanto en público como en privado un gran interés en sus raíces. Durante su exilio en Bélgica se hizo amigo íntimo de Menachem Margolin, un rabino belga nacido en Israel que preside la Asociación Judía Europea. Con su largo historial de éxitos en el sector público y en el privado, Katumbi es uno de los políticos con más proyección de África y una amenaza clara para el presidente Tshisekedi. Diputados del partido del presidente han llevado al congreso una ley que exige que los dos padres de los presidentes de la República Democrática del Congo hayan nacido en territorio nacional, lo que descalificaría a Katumbi para el cargo. De ahí parecen venir las vagas acusaciones de antisemitismo contra Tshisekedi que estos días adornaban la autopista de Tel Aviv a Jerusalén. El rabino Margolin ha tachado de “indignante que alguien pueda ser excluido por tener a un padre judío”. Pero cuesta creer que los aliados de Tshisekedi hayan impulsado la ley anti-Katumbi pensando en las raíces judías de su rival. La exigencia de ser hijo de ciudadanos del país ya ha sido utilizada contra aspirantes opositores en otros países de África que no tenían nada de judíos. El partido de Tshisekedi se habría sacado este as de la manga aunque el padre de Katumbi fuera un cristiano polaco o un bracero nigeriano. Si estas son todas las pruebas, Félix Tshisekedi queda absuelto de los cargos de antisemitismo.