El mayor pogromo desde el Holocausto
Hamás lanzó este sábado su operación más exitosa contra Israel. Más de setecientas personas han sido asesinadas en las calles, en sus casas y -alrededor de 250 de ellas- en un festival de música que se celebraba en un kibutz de la frontera. De una de sus participantes, una chica joven alemana, es una de las fotos más terroríficas de la matanza. Su cuerpo desnudo, cubierto sólo por ropa interior, yace en la parte de atrás de una camioneta sobre las rodillas de terroristas palestinos armados que la exhiben como un trofeo. El cadáver tiene una pierna quebrada, caída hacia el lado hacia el que nunca deja caer a la pierna la rodilla. Además de ella, hay muertos estadounidenses. Parece que también canadienses, algún noruego y dos ucranianas. Irán ha celebrado la matanza como una “gran victoria” de los palestinos. Todo apunta a que la organización, el suministro y otros aspectos de la operación ha corrido a cargo de Teherán. ¿Seguirán mimando Estados Unidos y Europa a los mulás?
Un centenar largo israelíes han sido secuestrados y llevados a la franja de Gaza. Quién sabe si a algunos los han extraído. Ante la previsión de la entrada a fuego del Tsahal, quizá haya ya algunos en Líbano, en Siria o en Irán. Hay un vídeo de un niño judío humillado por niños palestinos. Increpan al “yehudi”, al judío, azuzados por un adulto. Se burlan de su vulnerabilidad y su indefensión. Hay imágenes de señoras mayores paseadas por las calles por los salvajes. Una en un carrito de golf. La masa jalea el siniestro desfile con gritos eufóricos. Es con esta sociedad a la que se le exige a Israel hacer la paz.
Una crónica en el Times de Israel cuenta cómo uno de los grupos de terroristas mataron a los padres de una familia y utilizaron el móvil del hijo para retransmitir el crimen en la cuenta de Facebook del niño. ¿Qué no les estarán haciendo a los rehenes?
En la misma crónica del Times de Israel, escrita por Haviv Rettir Gur, se habla de la reacción. Israel vuelve a ser un león herido, debilitado. Sus zarpazos, más temibles que los del animal que se siente seguro. El ambiente que describe Rettir Gur es de trauma profundo: Hamás ha convertido en realidad las peores pesadillas de los israelíes, y de los judíos en general. Pero del desgarro surge también un ansia incontenible de justicia que no conseguirán contener los absurdos llamamientos a la contención. Felizmente, porque no hay voluntad de reciprocidad en Israel. Reciprocidad sería empezar a matar palestinos a mansalva como ha hecho Hamás. Reciprocidad sería torturar, mutilar y exhibir rehenes aterrorizados, cadáveres mutilados. Reciprocidad sería también destruir Al Aqsa. Israel no está interesado en nada de eso. Pero sí en destruir a los responsables de tanta masacre. Para lo que habrá inevitablemente víctimas inocentes. Es tan grande el mal que hay que castigar que la posibilidad de víctimas colaterales contará menos en el análisis, aunque Israel ya ha pedido a los gazatíes que abandonen la franja.
En una de las intervenciones de Rettir Gur posteriores al pogromo, el periodista del Times de Israel plantea la posibilidad, la casi certeza, más bien, de que Israel haya de renunciar a salvar a los rehenes que ha tomado Hamás. Asumir que morirán o pasarán por los peores tormentos. Tan grande es la necesidad de dar su merecido a Hamás que Israel se plantea hacer lo que no hace nunca: dar por perdidos a los suyos. Negociar no es una opción, ni lo es posponer la respuesta militar y buscar opciones más sofisticadas de rescate.
El merecido a Hamás no puede ser esta vez un mero escarmiento. La coexistencia con el régimen islamista de Gaza ha dejado de ser una opción después del pogromo del sábado y los israelíes no aceptarán otra cosa que no sea su liquidación. Lo anunció Yoav Gallant, el ministro de Defensa de Israel, el mismo sábado: la respuesta israelí le cambiará la cara a la región por al menos medio siglo.
Todo este infierno nos ha enseñado una cosa positiva. Pese a toda la animosidad y el clima de cuasi guerra civil incruenta que se vivía en la sociedad israelí a propósito de las malditas batallas ideológicas, los israelíes están unidos en lo verdaderamente fundamental y dispuestos a luchar. Millones han corrido a sus unidades para tomar las armas. El espíritu se ve muy bien en este vídeo:
https://twitter.com/yanircozin/status/1711110340077924668
Religiosos y laicos cantan y saltan por su supervivencia celebrando su existencia en una comunión ritual prepolítica.
Mientras de Irán nos llegan vídeos de multitudes rechazando la bandera palestina y evitando pisar banderas de Israel y de EEUU que los ayatolás han pintado en el suelo para que las chafen. Los iraníes están con la humanidad y la vida en esta batalla a muerte con los bárbaros. Mucho más difícil es conocer qué bando eligen mis colegas periodistas.