El mundo empieza a escuchar a los palestinos
El mundo occidental empieza a escuchar a los palestinos. Después de muchos años de ignorar lo que decían, muchos gobiernos y cancillerías de la Europa prestan atención a sus mensajes y a los de sus aliados para descubrir con horror lo que ya sabía todo el que se había molestado en estar atento. Como tan bien han explicado estos días Ayaan Hirsi Ali en el Daily Mail y Hussein Aboubakr Mansour en Tablet, la causa palestina es una obsesión antioccidental y antijudía que se alimenta de los prejuicios de dos tradiciones: la islámica y la comunista, actualizada esta última en su mutación woke.
La masacre de Hamás y el tormento inimaginable y difícilmente descriptible que deben de estar pasando los rehenes en la franja de Gaza parece haber despertado las conciencias de muchos líderes en Occidente. Aunque algunos lamentemos que no vaya acompañado de una ruptura inmediata con los patrocinadores de Hamás -Irán y Catar-, Estados Unidos y la mayor parte de Europa han cerrado filas de manera ejemplar con Israel. Ha habido condenas inequívocas, con apelaciones a la contención en la respuesta que a veces parecían meros intentos retóricos de suavizar el cambio propio de tono. Ha habido ayuda militar de EEUU y viajes oficiales inmediatos a Israel para transmitir a su gente y sus representantes políticos el apoyo.
Aún más importante ha sido ver prohibidas manifestaciones de odio genocida al judío, o en general al infiel, aunque será muy difícil aplicar con éxito las medidas vistas las imágenes de tantas plazas europeas desbordadas por las concentraciones de apoyo más o menos velado a Hamás. La voluntad de aniquilación del judío es una realidad desde hace mucho en un amplio espectro de la sociedad palestina, tanto en Cisjordania como en Gaza. Basta ver la suerte que corren los conductores israelíes que entran por error en territorio de la AP (Autoridad Palestina), donde lo normal es que intenten lincharles. (Un habitante de un asentamiento israelí que se mudó allí recientemente desde su Netania natal porque las casas eran más baratas me explicó durante el último Año Nuevo judío en Uman, Ucrania, que él sólo aspira a poder pasear por las localidades vecinas como los árabes lo hacen por Jerusalén, Sderot o Haifa.)
Ver estas ansias de exterminio materializadas a gran escala podría haber ayudado a abrir los ojos a muchos que se han mostrado horrorizados por el salvajismo del pogromo. La masacre de Hamás está yendo acompañada de atentados islamistas en Europa, a manos de gente que grita y pide cosas parecidas a las que proclama Hamás. Es otro factor que podría ayudarnos a despertar.
La gente suele atribuir los cambios de ideas y comportamiento en política a la corrupción económica y los intereses, pero es un error despreciar la importancia de la emoción. La impensable invasión militar rusa a gran escala de Ucrania provocó una ola de indignación y simpatía que hizo cambiar alianzas y certezas de muchas décadas en Europa. Lo mismo puede ocurrir a raíz del mega pogromo del sur de Israel, que también ha ayudado a romper filas con el discurso académico de la izquierda posmoderna que lo justifica a muchos estudiantes e intelectuales occidentales, sobre todo judíos.
Como ha entendido perfectamente Zelenski, esta salvajada programada con voluntad de sistemática y celebrada por Irán parte las aguas de las alianzas y nos recuerda a toda la gente civilizada que estamos del mismo lado, lo queramos o no. Por explicarlo en pocas palabras, si Ucrania cae en manos de Rusia bien podríamos tener bases de la Guardia Revolucionaria Islámica en la mitad occidental del Mar Negro, que quizá sirviera un día para ejercicios militares conjuntos con la Corea de Kim no muy lejos de las islas griegas y de las fronteras de Alemania. Por lo pronto, Rusia ya nos rodea con su influencia creciente en el Sahel, que sólo puede traducirse en nuevos chantajes y más oleadas (y mejor organizadas) de inmigración ilegal.
España, por supuesto, queda fuera de este proceso. Y no es algo malo si sirve para evidenciar en toda su crudeza la naturaleza de las opciones políticas que estamos votando.