El que quiera paz que se prepare para la guerra
Es difícil que la imagen de Israel salga bien parada de la guerra que ha provocado la invasión rusa de Ucrania. Primero está la ambivalencia a la que le obliga -dirán sus defensores- tener a Rusia bien establecida militarmente en la vecina Siria. Pero más allá de la falta de una condena firme de Rusia y de que Israel se haya negado a proveer armamento a Ucrania emerge ahora la cuestión de los refugiados. “Ayer quedamos decepcionados por la decisión de la ministra del Interior, que explicó que no permitirá a refugiados ucranianos venir a Israel”, dijo el martes el embajador de Ucrania en Israel, Yevgen Korniychuk, que denunció que Israel haya denegado la entrada al país a decenas de refugiados llegados al aeropuerto Ben Gurión de Tel Aviv. “Creemos que recordáis los tiempos de la II Guerra Mundial, cuando los ucranianos salvaban vidas de judíos durante el Holocausto. Ucrania está en el cuarto lugar, con casi 4.000 personas que han sido nombradas Justos entre las Naciones. Y si nosotros salvamos vidas judías entonces, os pedimos que ayudéis a los ucranianos superar esta tragedia ahora”. Ofer Kerzner, cónsul honorario de Ucrania en Jerusalén, también se mostró decepcionado con la actitud de Israel, y recordó que Ucrania fue uno de los seis que en 2009 votaron contra el Informe Goldstone en el Consejo de Derechos Humanos de la ONU.
Con todo, la responsabilidad de la situación que se le ha permitido crear a Putin en Ucrania no es de Israel sino de Occidente y, en especial, de la Unión Europea. Ya ha salido la columna de esta semana de Dan Schueftan: “La debilidad de los buenos es el pecado original, el que permite a los malos imponerse. Esto es peor que un error político o estratégico. Es una abominación moral. Cuando los buenos son fuertes tienen una obligación de usar la fuerza para defender la libertad de los malos que intentan acabar con ella con agresiones putinescas. No se trata de una misión altruista, sino de defender lo que da sentido a sus vidas, su libertad, la manera de vida que han elegido. Las élites decadentes y perversas han conseguido presentar el uso de la fuerza como una violación de la libertad humana, cuando la única defensa es la única defensa de la libertad contra aquellos que la atacan. La debilidad de los buenos nos ha traído la guerra en Ucrania. La voluntad de debilidad está profundamente enraizada sobre todo en Europa Occidental, pero ahora existe, por lo menos, una oportunidad de que el trauma lleve a estos países construir su fuerza militar y recabar apoyos públicos para que se utilice, de manera que haga innecesario ir a la guerra.” La mejor manera de preservar la paz, concluye Schueftan, es prepararse para la guerra, de manera que el Putin de turno que esté tentado de empezarla sepa que pagará un alto precio y se lo piense dos y hasta tres y cuatro veces antes de declararla.