El regreso de Dan Schueftan
Después de muchos meses de silencio, o al menos de que no se publicaran entrevistas suyas en YouTube, ha vuelto el profesor Dan Schueftan, que dirige el centro de estudios de seguridad de la Universidad de Haifa y ha sido asesor de muchos dirigentes israelíes. Los veteranos de El Correo de Israel conocen mi aprecio por Schueftan, al que citaba con asiduidad antes de interrumpir la publicación del boletín en el contexto de la guerra de Ucrania.
En su nueva entrevista, con un think tank nepalí que suele llamarle, el doctor Schueftan empieza haciendo un repaso de los factores que hicieron posible el pogromo del 7-O. El más relevante, dice, es de orden estratégico. Los estamentos de inteligencia y seguridad israelíes y sus jefes políticos renunciaron a tener la iniciativa con Hamás y optaron ante la amenaza que venía de Gaza por un enfoque excesivamente reactivo.
En vez de golpear al enemigo cada vez que acumula armas o misiles, como hace Israel hace una década con todos los cargamentos que reciben las milicias iraníes en Siria, los sucesivos gobiernos de Jerusalén prefirieron limitar sus acciones contra Hamás y atacar únicamente a estos terroristas después de que hubieran cometido un ataque. Es lo que está ocurriendo también ahora, solo que el último ataque fue de una magnitud intolerable para toda la sociedad israelí que cambia por completo las reglas del juego.
La única respuesta posible ahora es la devastación de la infraestructura militar, que es también la civil, de la franja de Gaza, dijo Schueftan. En primer lugar, para eliminar la amenaza genocida de sus fronteras, pero también para enviar un mensaje claro a los bárbaros (la palabra que usó para referirse a todo el conglomerado terrorista que busca aniquilar a Israel) de Hezbolá que controlan el Líbano para que no osen lanzar contra Israel su formidable arsenal de cohetes y de misiles.
Con su habitual claridad, Schueftan habló también del recurrente fracaso de la sociedad palestina, en Gaza y Cisjordania pero también en países que han acogido a un gran número de palestinos como es Jordania. Desde antes de la proclamación del Estado de Israel, los líderes palestinos han respondido con violencia a todos los retos y oportunidades con los que se han encontrado.
Cuando se les ha ofrecido la creación de su propio Estado la respuesta ha sido exigir el retorno al territorio de Israel de todos los refugiados de la guerra del 48 y sus millones de descendientes, una medida inaceptable para los israelíes que supondría el fin del Estado hebreo. El ‘no’ israelí va seguido de nuevas olas de atentados y otras formas extremas de violencia.
El problema palestino, explicó Schueftan, está lejos de limitarse exclusivamente a sus líderes. Los únicos modelos que la sociedad palestina fomenta entre sus niños son terroristas cuya única gesta es haber matado al mayor número posible de israelíes. Ocurre en los libros de texto que se dan en las escuelas, de Gaza pero también de Cisjordania, que a menudo llevan el nombre de conspicuos asesinos en serie. El fanatismo nihilista de una sociedad que no asume responsabilidades ni mira por su futuro se transmite así de generación en generación, en un ciclo vicioso que condena a todo un pueblo al abismo histórico y la miseria.
No puede decirse lo mismo, subrayó el doctor, de todos los líderes del mundo árabe. Aunque tengan que seguir condenando a Israel para apaciguar a los elementos más radicales de su opinión públicas, la mayoría de dirigentes árabes de Oriente Medio, con la notable excepción de Catar, apuestan por tener buenas relaciones con Israel y saben que un triunfo del terrorismo nihilista al que siguen fiándolo todo los palestinos no supondrá sólo el final del Estado judío, sino también su propia sustitución por movimientos subordinados a Irán o por las marcas locales de los Hermanos Musulmanes.
Sobre la situación en que quedan los Acuerdos de Abraham tras el 7-O y la respuesta israelí en Gaza, Schueftan se mostró optimista. El acercamiento de Israel con los árabes moderados ha sufrido, sin duda, un contratiempo. Pero las cosas seguirán en la misma dirección porque los árabes a los que les importa el mundo que dejarán a sus hijos no tienen alternativa a un Israel fuerte que les ayude a prosperar y a contener la amenaza destructiva que lideran los ayatolás en Irán.
En este sentido, Schueftan afirmó que, también después del 7-O, la guerra en el Gran Oriente Medio no es entre Israel y los árabes, sino entre quienes apuestan por la prosperidad, la convivencia y el orden y los enemigos del progreso y la civilización.