En la muerte de Liviu Beris
Liviu Beris frente a la Gran Sinagoga de Bucarest.
Ha muerto Liviu Beris, uno de los últimos supervivientes rumanos del Holocausto. Beris nació en 1928 en un shtetl del noreste de la Gran Rumanía (se llama Hertsa y hoy es parte de Ucrania). Con 13 años fue deportado por las autoridades filonazis rumanas a Transnistria, el pedazo de tierra que administraban los rumanos en la Ucrania soviética conquistada en la Operación Barbarroja. Se estima que más de 300.000 judíos soviéticos y rumanos murieron en Transnistria de tifus, hambre y frío o ejecutados por gendarmes rumanos, soldados alemanes o colaboradores ucranianos. Beris llegó vivo a la liberación soviética y regresó a Rumanía. Había perdido la memoria y tuvo que empezar la escuela desde cero. Beris estudió ingeniería genética y llegó a ser uno de los especialistas más respetados del mundo en ese campo. Me contó ayer Felicia Waldman que Ceausescu jamás le dejó salir de Rumanía por miedo a que desertara y el Estado perdiera su mayor activo en materia de zootecnia. Beris incluso creó una línea paterna de cerdo, llamada Peris 345 (ver último párrafo de la página 3 del link) por el pueblo en que se encontraba el instituto de investigación en el que trabajaba. Al margen de su trabajo como científico, Liviu Beris escribió varios libros de historia sobre la parte del Holocausto perpetrada por Rumanía. Al frente de la Asociación de Judíos Rumanos Víctimas del Holocausto, visitó innumerables institutos y escuelas y viajó por el mundo para hablar de la Shoá. Hace años fue invitado a compartir estudio en la tele con el negacionista rumano Ion Coja. Traductor de Los Protocolos de los Sabios de Sión al rumano, Coja sigue propagando mentiras y calumnias hacia los judíos en su blog y en publicaciones marginales que aún pueden comprarse en papel en algunos kioskos. Beris aguantó que Coja pusiera en duda la existencia de los fusilamientos y las fosas comunes que el propio Beris había visto cavar. El ingeniero se ofreció a guiarle personalmente por las tierras de Ucrania en las que un día esquivó la muerte. Beris lo recordó todo hasta el último día. Según decía ayer Waldman, las pesadillas sobre lo que sufrió en Transnistria junto a su familia le acompañaron hasta el momento de su muerte. En 2010 participé en un acto en la Gran Sinagoga por la liberación del soldado israelí secuestrado por Hamás Gilad Shalit. Beris fue una de las personas que tomó la palabra y yo escribí la crónica que reproduzco a continuación.
“Este miércoles, al mismo tiempo que cientos de judíos de otras muchas ciudades europeas, la comunidad israelita de Bucarest pidió en la Gran Sinagoga la libertad del joven soldado Gilad Shalit. Gilad fue secuestrado en 2006 por los terroristas de Hamás, en una emboscada en territorio israelí. Desde entonces vive encerrado como un perro en algún lugar de la franja de Gaza, y sólo se sabe que no le han matado por los vídeos periódicos que envían sus carceleros a la familia y la opinión pública israelí.
En los bancos casi llenos de la Gran Sinagoga coincidieron el miércoles jóvenes de aspecto sano y feliz con dignos supervivientes de un mundo destruído que sólo queda en los libros y en sus memorias. Antes de comenzar un hombrecillo viejo y encorbado vestido de traje oscuro y sombrero escribía sin parar en hebreo, de derecha izquierda, en una libreta ajada. Quizá se llamara Arnold Marcovici, como escribía frente a él en una placa incrustada en la madera del banco. A su lado, viejos compañeros se saludaban afectuosamente en rumano tocados por las cómicas kipás de colores, con la alegría natural de los reencuentros esperados. Por edad, algunos podrían haber vivido el Holocausto. Como el genetista Liviu Beris, presidente de la Asociación de Judíos Rumanos Víctimas del Holocausto, que más tarde encendería al público con un discurso muy sentido lleno de nervio.
Dirigido con brío por el joven presidente de la comunidad de Bucarest, el cineasta y economista Erwin Simsensohn, el acto fue vivo y entretenido, emotivo y elegante al mismo tiempo. Leyeron discursos el embajador de Israel y el presidente de la Federación de Comunidades Judías de Rumanía, el doctor Aurel Vainer. Se cantó Hatikva, el himno de Israel, y la canción Shir Lashalom, según explicó Simsensohn un símbolo de los esfuerzos de paz en Israel cuya letra encontraron en el bolsillo de Isaac Rabin después de ser abatido por un ultranacionalista israelí. El rabino rezó con todos los presentes la oración por los soldados, y se proyectó un vídeo de Gilad capturado pidiendo la liberación de su familia antes de que tomara la palabra Liviu Beris.
Menudo y achacoso pero aún enérgico, con gesto airado y decidido, Beris tomó el micrófono para recordar los años 30 de su niñez, cuando en los mítines de la extrema derecha rumana se gritaba «¡judíos, iros a Palestina!». Ahora basta recorrer Europa, la Europa que forzó al sionismo a millones de judíos indiferentes, para ver escrito lo contrario en miles de paredes de todas las capitales, dijo levantando un dedo acusador. «¡Judíos fuera de Palestina!», qué macabra ironía histórica. Los aplausos más cálidos de la tarde interrumpieron la traducción al inglés que Simsensohn hacía para los no rumanos. Beris dijo que, como quienes fueron asesinados en el Holocausto, Gilad está secuestrado por ser judío, y levantó la voz para pedir a Europa y América, «a los países democráticos», que rompan cualquier contacto con los terroristas. Lo contrario, clamó con emoción, es comportarse como Chamberlain lo hizo con Hitler -y pronunció el nombre del führer con perfecto acento alemán. Fuertes aplausos cortaron de nuevo a Simsensohn.
Beris volvió a acercarse al micrófono para recordar que la de la existencia de Israel es «la primera batalla del mundo libre», que si pierde Israel pierde Occidente y ganan sus enemigos. Esperó la traducción y bajó finalmente el tono. Se excusó por la dureza de sus palabras y la violencia de sus verdades y pidió que le comprendieran: hace mucho, siendo adolescente, Liviu Beris había pasado por la muerte.”
A propósito del resurgimiento del antisemitismo en Occidente, este tuit de Abigail Shrier a raíz de la toma de rehenes hace unos días en una sinagoga de Texas. “Hace 10 años, mi sinagoga y la escuela judía de mis hijos no estaban protegidas por agentes de seguridad armados. En la actualidad, ambos lugares están protegidos por algo parecido a una unidad de fuerzas especiales. En los últimos cinco años, las colonias judías a las que van mis hijos, y mi tendero kosher, han tenido que contratar agentes de seguridad armados debido a las amenazas. Así viven los judíos ahora. Los americanos deben saberlo”.
Anoche en un pequeño bar kosher de Bucarest salió el tema de Haaretz y su obsesión progre por encontrarle pegas y motivos de vergüenza a todo lo que hace Israel. En plena denuncia de la obsesión antiisraelí del periódico salió la voz del cocinero, un hombre mayor nacido en Irak: “If there’s no thiefs there’s no police”, si no hubiera ladrones no habría policía. Todo ha sido creado por Dios y todo es necesario, los que fabrican armas y los que las critican, los que rompen cosas y los que las arreglan, y así hay bomberos, y heridos y médicos, y así es como todo da vueltas y el mundo sigue moviéndose, como un engranaje de infinitas ruedas, nos dijo moviendo las manos de forma circular con los dedos mirando al techo, mientras simulaba lo que a mí me pareció el ruido de una olla que bulle.