Erdogán contra dos conductores de autobús
Mordy y Natali Oknin son pareja y compañeros de trabajo en la empresa pública de autobuses de Israel. A finales de la semana pasada se hicieron famosos por lo que parecía una de esas historias curiosas a la que la prensa acude cuando no hay grandes noticias. Los dos conductores de autobús habían sido detenidos en Estambul, donde estaban de viaje, por hacer una foto del palacio presidencial de Erdogan (a quien Maduro, que también fue conductor de autobús, llama Endrogán). La noticia fue subiendo en las portadas de los digitales de actualidad israelí en inglés hasta convertirse en el tema del momento. Para resaltar el elemento cómico de la historia, los periodistas encontraron fotos de la pareja posando confiada y satisfecha ante otros objetivos turísticos. Las imágenes parecen reflejar la actitud ruidosa y agresivamente desinhibida que caracteriza al turista israelí de clase baja y habría llevado a un calabozo turco a la pareja. Pero pronto se supo que la cosa no se quedaría en anécdota: los Oknin no saldrían enseguida de la cárcel como se había pensado en un primer momento. Las autoridades turcas extendieron su arresto a veinte días y la fiscalía empezó a contemplar presentar cargos por espionaje. En estos momentos el gobierno israelí negocia discretamente con las autoridades turcas para conseguir liberar lo más pronto posible a la pareja. Según la prensa, Israel teme que la administración de Erdogan utilice a los dos conductores de autobús israelíes como rehenes para crear una crisis diplomática que le permita al líder islamista diluir con nacionalismo el descontento entre los turcos por la mala marcha de la economía y el desplome de la lira. En un artículo para Israel Hayom, el experto en política turca Hay Eytan Cohen Yanarocak ha recordado que no sería la primera vez que Erdogan utiliza la detención de extranjeros para presionar a países incómodos. En 2017, Ankara detuvo al periodista turco-alemán Deniz Yucel al considerarlo sospechoso de espiar para Berlín y hacer propaganda de organizaciones terroristas kurdas y gulenistas. Yucel pasó más de un año en la cárcel. Según la prensa turca, fue liberado después de que Alemania levantara las sanciones contra la industria militar turca. Erdogan había hecho algo parecido en octubre de 2016 con el encarcelamiento, también bajo acusaciones de espionaje y colaboración con terroristas gulensistas y kurdos, del pastor evangélico estadounidense Andrew Brunson. A diferencia de Merkel, Trump rechazó hacer concesiones y respondió con una batería de tweets que amenazaban con medidas contra la economía turca y provocaron la brusca depreciación de la lira. Brunson fue liberado en 2018 tras empezar a adoptar Trump sanciones individuales contra altos cargos turcos implicados en el proceso-farsa. Erdogan llegó a proponer liberar a Brunson a cambio de la cabeza del clérigo islámico y gran enemigo suyo Fetulá Gulen, que vive exiliado en Pensilvania y al que Ankara atribuye el golpe de Estado fallido de 2016. Volviendo al caso de los Oknin, su arresto en Estambul se produce después de que la prensa turca informara en octubre de la detención de 15 árabes acusados de espiar a estudiantes palestinos en Turquía para el Mossad. Las relaciones entre Turquía e Israel son particularmente tensas desde que activistas antiisraelíes intentaran en 2010 romper el bloqueo marítimo de Israel a Gaza con la llamada Flotilla Libertad para Gaza. Uno de los buques que participó en la operación propagandística fue el Mavi Marmara, que había sido fletado por una organización cercana al régimen de Erdogan. Operativos de un comando naval israelí descendieron sobre el buque suspendidos en cuerdas atadas a un helicóptero. Cuando intentaban tomar el control del barco, los activistas a bordo presentaron resistencia armados con cuchillos, bates y martillos. Los agentes israelíes mataron a nueve activistas en la razzia.