¿Están locos los Netanyahu?
Olmert, sentado en primer plano, bajo la mirada de reojo de Netanyahu y su mujer Sara, al fondo de la sala. Avshalom SASSONI / POOL
Los tribunales israelíes vivieron ayer una sesión animada. Benjamín Netanyahu sentó en el banquillo al también exprimer ministro Ehud Olmert, en la primera vista de un juicio en el que el primero reclama más de 250.000 dólares de indemnización al segundo por llamarles “enfermos mentales” a él, a su mujer Sara y al hijo de ambos Yair. Ya antes de que empezara el juicio, Olmert había sorprendido a todos pidiendo que los tres agraviados se sometieran a un examen psiquiátrico llevado a cabo por un abogado de su elección (de la de Olmert) para establecer si sus palabras se ajustaban o no a la realidad. El juez Amit Yariv ofreció a Olmert que declarara que "sus comentarios eran una opinión”, que “no sabe si son verdad o no” y que “no es esa la cuestión que debe dirimir el tribunal”. Pero Olmert fue a los juzgados con otra idea. Preguntado por los jueces en qué fundamentó sus palabras sobre la salud mental de los Netanyahu, Olmert dijo: “He seguido sus acciones, he escuchado grabaciones de la familia, he hablado con expertos y con gente que está relacionada con ellos y los conozco bien. Estas personas me describieron comportamientos que son considerados popularmente comportamientos anormales, de locos”. El abogado de Netanyahu dijo en cierto momento de la vista que “en otro país Olmert habría sido detenido por sus palabras”, a lo que respondió el juez Yariv: “Gracias a Dios no estamos en ese otro país”. El juez ofreció a las partes llegar a un acuerdo que Olmert rechazó al saber que incluía el pago de una compensación económica a los Netanyahu. El juicio continúa. (Times of Israel)
Moshe Hogeg es un exitoso empresario israelí del sector informático y las criptomonedas, además de propietario del Beitar de Jerusalén (fútbol). Hogeg tiene un proceso judicial abierto por supuestos delitos sexuales y evasión fiscal. El empresario ha denunciado que la policía le interrogó después de no dejarle dormir durante varios días. Entre interrogatorios le encerraban en una celda llena de cucarachas. Nir Hefetz fue durante años asistente y hombre de confianza de Netanyahu. La fiscalía le ha convencido de que declare contra su antiguo jefe en el juicio por tráfico de influencia que se sigue contra el exprimer ministro. En grabaciones de los interrogatorios a Hefetz antes de que se convirtiera en testigo de la fiscalía se escucha cómo un detective le amenaza con la divulgación de “informaciones bomba” sobre su persona que tendrán efectos devastadores sobre su familia. Las denuncias de estos dos hombres han llevado a Shomrim (“El Centro para los Medios y la Democracia”) a escribir un largo artículo en el que numerosos abogados y funcionarios judiciales advierten sobre los interrogatorios al límite de la ley habituales en Israel. Debido al peso que en la justicia israelí tienen las confesiones como elemento probatorio, la policía intenta obtenerlas a menudo por medios poco morales de dudosa legalidad. Los especialistas entrevistados piden una reforma que establezca límites más claro para los interrogatorios, y abogan porque los jueces exijan a la policía más pruebas a la hora de condenar a acusados que muchas veces van a la cárcel sin más elementos de culpabilidad que sus propias confesiones, extraídas en circunstancias que en otros países democráticos se considerarían tortura. A propósito de estas prácticas en el sistema de justicia israelí, merece la pena ver el documental de Netflix La sombra de la verdad. Entre otras cosas porque ofrece numerosos vídeos de interrogatorios reales al acusado del caso del que se ocupa.