Impotentes activos, impotentes pasivos
Israel sigue golpeando objetivos en Teherán, pero los mulás parecen haberse quedado sin capacidad para responder y la intensidad de las represalias contra Israel ha ido disminuyendo gradualmente hasta prácticamente desvanecerse. Es un nuevo éxito de planificación y ejecución de Israel, que el martes anunció que había destruido un tercio de las lanzaderas de misiles balísticos iraníes y desde entonces habrá eliminado algunas más. Esto permite a Israel seguir trabajando en sus objetivos con un coste mínimo de riesgos en el frente interno, y sin bajas civiles.
Un ciberataque hackeó ayer la televisión iraní, que empezó a emitir como resultado propaganda contraria al régimen y llamamientos a un alzamiento popular. Los mulás han acusado a Israel de estar detrás del ciberataque.
Mientras los medios especulan sobre las capacidades de Israel para destruir por completo el programa nuclear de Irán, Trump sigue jugando al misterio. “No buscamos una guerra larga. Sólo quiero una cosa: Irán no puede tener armas nucleares. Esto es todo”, dijo en una de sus últimas intervenciones. Lo único que ha hecho hasta el momento para conseguirlo es no hacer nada y no entrometerse en el camino de los israelíes, lo que no es poca cosa teniendo en cuenta los obstáculos que le pusieron a Netanyahu las administraciones demócratas.
No es poca cosa pero no puede decirse que sea una muestra del liderazgo fuerte que quiere proyectar Trump. El presidente más bien parece una bella muchacha que se deja seducir y no responde a invitaciones a planes hasta que se sabe si saldrán bien. Israel es el seductor y está haciendo todo lo posible para que le digan que sí, sabiendo que la seducida reclamará para sí todo el protagonismo si se anima a aparecer en el último momento.
En un debate en diferido (con intervenciones grabadas por separado) con el realista Mearsheimer, el israelí Yoram Hazony explicó una diferencia fundamental entre la operación israelí en Irán a la que está invitado a sumarse Trump y las invasiones de Irak y Afganistán que son a ojos del mundo MAGA paradigma del fallido expansionismo liberal o neocon. A diferencia de lo que ocurría con los impulsores de estas últimas dos aventuras, a los israelíes no les mueve ningún afán evangelizador o redentor. Si el tema de la democratización de Irán aparece alguna vez en los discursos es sólo como ventaja colateral del objetivo principal, que es eliminar la amenaza.
Al contrario que en los casos de Irak (amenaza fabricada) y de Afganistán (ejemplarizante venganza), la iraní es una amenaza directa, probada.
Por sus circunstancias como nación pequeña, a menudo aislada y siempre acosada, y quizá por el énfasis que pone el judaísmo en ocuparse de uno mismo antes de exigir nada al prójimo, Israel es poco amigo de interferencias gratuitas, postureos y lecciones.
Preguntado por el entrevistador de su polémica en Unherd con Mearsheimer por las discrepancias entre nacional-populistas respecto a Israel, Hazony da un argumento excelente en favor del orden nacionalista que defiende. Un sistema que tenga a la nación como gran actor funcionará siempre con tensiones entre los intereses de cada una, y con negociaciones y acuerdos para superar esas tensiones y armonizar los intereses. Esto contrasta con el ideal utópico de la libertad política y la democracia como valores supremos innegociables que tienen como norte los abogados del orden liberal, que está condenado al fracaso como todo lo monolítico.
Perdiendo una ocasión inmejorable de estarse quietos, los ministros de Exteriores de Francia, Reino Unido y Alemania planean reunirse con su homólogo iraní para hablar de un posible acuerdo nuclear. Impotencia pasiva y beata frente a la impotencia activa y bravucona de Trump.