Janucá en Hebrón, la variante xi y una novela futurista de ultraortodoxos
Menos de un mes después de que (el 1 de noviembre) volviera a permitir la entrada a turistas vacunados, Israel vuelve a prohibir la entrada de viajeros extranjeros para prevenir la expansión de la variante omicron de covid, de la que las autoridades sanitarias israelíes han identificado hasta el momento dos casos. (Pablo Kleinman explicó el otro día en tuiter cómo debería llamarse en realidad la la variante omicron: “la #oms se salteó la letra que correspondía (xi) según el orden del alfabeto griego, al nombrar la nueva “variante” del covid-19 como #omicron, obviamente para no ofender al innombrable líder chino y evidente amo de la organización. #XiVariant”).
Según una encuesta publicada hace unos días por el Instituto Israelí por la Democracia, casi la mitad (un 47 %) de los israelíes judíos están a favor de acabar con el servicio militar obligatorio y de crear, en su lugar, un ejército profesional para defender el Estado. Yohanan Plesner, presidente del Instituto Israelí por la Democracia, calificó el creciente rechazo al servicio militar cuasi universal (no sirven lo hacen los árabes israelíes ni la mayoría de ultraortodoxos) de “problemático”. El ministro de Defensa, Benny Gantz, se ha pronunciado contra la posibilidad de crear un ejército profesional. Gantz aboga, en su lugar, por extender a todos los ultraortodoxos y los árabes algún tipo de servicio militar obligatorio, algo que rechaza que rechaza con vehemencia una mayoría en ambas comunidades (Times of Israel). El mayor general Gershon HaCohen también está en contra de acabar con la mili y expresó su posición en términos particularmente elocuentes: “No hay valor más alto que ser judío y llevar un arma después de 2.000 [desarmados], que [ser judío y] defenderse a uno mismo. Pedir que se contrate a voluntarios y que se cree un ejército profesional en Israel es como que otra persona se ponga en tu lugar los tefilín (instrumento de oración de los judíos).”
Un estudio reciente del Consejo Económico Nacional prevé que Israel aumente su población de los 9,2 millones que tiene hoy a los 16 millones en 2050. El colectivo de israelíes que más crecerá son los ultraortodoxos, que pasarían a representar el 25 % de la población en 2050 (ahora constituyen el 12,6 %). Cada mujer ultraortodoxa tiene una media de 6,7 hijos. La tasa de fertilidad de los israelíes en general es también muy superior a la de las demás sociedades democráticas de corte occidental: 3,1 % hijos por mujer. El crecimiento demográfico de los jaredíes o ultraortodoxos preocupa en Israel por varias razones. La mayoría de jaredíes no sirven en el ejército. Muchos de ellos no trabajan y viven de subsidios del Estado o de organizaciones privadas. Además, los ultraortodoxos viven al margen del resto de la sociedad y educan a sus hijos en valores de difícil encaje con una vida productiva y funcional según los parámetros laicos. Su crecimiento demográfico va también aparejado a la expansión de su influencia política, a través de los dos partidos políticos que los ultraortodoxos askenazíes y los sefardíes votan casi en bloque. El abogado malagueño Eli Cohen ha ido un poco más lejos que el Consejo Económico Nacional de Israel (a 2060) en su novela Sueños de Nación, que imagina un futuro hipertecnologizado en el que los ultraortodoxos ganan las elecciones con una mayoría suficiente para formar gobierno. En un escenario parecido al que se vivió en Egipto o antes Turquía y Argelia con los islamistas, las fuerzas laicas del ejército intentan dar un golpe de Estado para evitar que los jaredíes instauren una teocracia. Pero fracasan, y el Israel en que sitúa la acción Cohen está regido por un Consejo Rabínico al estilo del de los ayatolás, que prohíbe violar el shabat y persigue con puño de hierro y tecnología de última generación a la resistencia. Recomiendo vivamente la novela, que se puede comprar aquí.
Anoche se encendió la primera vela de Janucá. El presidente de Israel, Issac Herzog la encendió en la Tumba de los Patriarcas de Hebrón, un lugar santo para las tres religiones monoteístas que se encuentra en lo que los palestinos y la mayor parte de la comunidad internacional consideran territorio palestino ocupado por Israel. Hamás había llamado a los palestinos a protestar contra esta “flagrante violación de la santidad de la mezquita” que hay construida sobre la tumba. Pero la mecha no ha prendido y los altercados parecen haberse reducido a algunos encontronazos de palestinos con soldados israelíes en Hebrón.