MIGA
Parece que tenían razón los entusiastas de Trump que aplaudían sus maniobras para despistar a Irán, y en una operación pensada, según se ha escrito, desde hace días, EEUU atacó durante la noche (en Irán, Israel y Europa) del sábado al domingo la planta de enriquecimiento subterránea de Fordo y otras dos infraestructuras del proyecto atómico de los ayatolás.
El ataque -con las bombas de penetración masiva que no tiene Israel- ha causado, según las evaluaciones que ha hecho público EEUU, la devastación esperada, y Netanyahu ya apunta a un final inminente de la guerra hablando de objetivos cumplidos y descartando una guerra de desgaste.
La destrucción de las infraestructuras subterráneas clave del programa nuclear iraní no es el único resultado del ataque ordenado por Trump. Se trata del primer golpe sobre la mesa internacional (¡y qué golpe!) del jefe y fundador de MAGA desde que fue elegido en el cargo en noviembre (no digo ‘desde que llegó al poder’ porque Trump empezó a gobernar aún con el moribundo Biden en la Casa Blanca).
Trump había prometido un cambio radical en la política exterior de EEUU que hasta ahora se había visto sobre todo en Truth Social. Sólo con la débil Ucrania (por muy dependiente) había mostrado esa implacabilidad que se le esperaba y todos los triunfos habían sido cuestionables y parciales. Pienso en la liberación de rehenes, de Hamás, Putin o Maduro, que implicó más apaciguamiento que miedo, o en la tregua selectiva arrancada a los hutíes en Yemen, que me recordó a la que Esquerra Republicana de Catalunya firmó en Perpinyà con la ETA sólo para Cataluña (la tregua de Trump con los hutíes les permitía seguir bombardeando a Israel).
El ataque a Fordo es un mensaje inequívoco de que esta Casa Blanca sí está dispuesta a utilizar toda la fuerza a su disposición para defender sus intereses, proteger a sus aliados y castigar a sus enemigos, lo que le da una influencia y un poder de disuasión que EEUU no había tenido antes. Que este uso de su poderío militar venga con la precaución de no enredarse en guerras interminables que casi siempre han acabado convirtiéndose en trampas es otro factor que refuerza la posición en el mundo de EEUU.
Además de multiplicar la autoridad de EEUU en el mundo, Trump también le ha dejado claro al ala aislacionista y antisemta de MAGA que su presidencia no irá en esa dirección. La prueba más clara de que no hay compromiso posible la dio Trump anoche al escribir en TruthSocial: “No es políticamente correcto utilizar el término ‘cambio de régimen’, pero si el actual Régimen Iraní es incapaz de MAKE IRAN GREAT AGAN, por qué no habría de haber un cambio de régimen??? MIGA!!!”
‘Cambio de régimen’ (asociado a las guerras neocon de Afganistán de Irak o a las revoluciones de colores que promueven los demócratas) es uno de los términos malditos del MAGA más aislacionista que representa mejor que nadie Tucker Carlson. Atribuyéndoles la ortodoxia maniquea y beata que caracteriza a los guardianes de una corrección política normalmente asociada al otro extremo del espectro político, Trump se burla de ellos y les dice que MAGA no hará la política exterior de Jimmy Carter desde la derecha.
Un comentario antes de cerrar por hoy sobre la guerra en Ucrania. Quizá el Trump pletórico que sale del bombardeo de Fordo muestre menos tolerancia hacia las tácticas dilatorias de Putin y empiece a presionarle para que le haga caso y ponga fin a la guerra. Al mismo tiempo, Trump no ve a Ucrania como un aliado, ni cree que sus intereses coincidan con los de Kiev. Si los ucranianos sacan algo positivo (más allá del debilitamiento de otro aliado de Rusia) del ataque a Fordo será porque un Trump más fuerte y decidido tenga menos paciencia con Putin.