Un señor de la guerra libio, falsos judíos etíopes y el viaje a ninguna parte de Lev Tahor
La prensa oficial siria ha responsabilizado a Israel de un nuevo ataque contra objetivos militares en el país árabe. Los bombardeos se produjeron durante la tarde del lunes cerca de las localidades de Homs (este) y Tartus (junto al mar Mediterráneo) e hirieron a dos soldados. Según el Observatorio Sirio de Derechos Humanos, las infraestructuras golpeadas eran depósitos iraníes de armas. Se trata del tercer ataque atribuido a Israel en los últimos diez días y el sexto en un mes, según el Times of Israel. Esta nueva razzia israelí se produce también durante el día (poco después de las 7 de la tarde en Siria) y no de madrugada como era habitual hasta hace poco. Los últimos tres ataques vienen después de que el primer ministro de Israel, Naftali Bennett, se reuniera en Sochi con el presidente ruso Vladimir Putin. Según la prensa israelí, Bennett trató con Putin la cuestión de los ataques aéreos israelíes en Siria, donde Rusia tiene desplegados efectivos militares para apoyar a Asad frente a la amenaza de los grupos rebeldes. A pesar de ello, Israel coordina con Rusia los ataques a milicias hostiles protegidas por Teherán y sus socios de Damasco, de manera que los intereses y el personal ruso no sufran consecuencias y el ejército de Putin no responda a las agresiones israelíes. Tras su reunión con Putin, Bennet celebró haber alcanzado un entendimiento “bueno y estable” sobre Siria, y se felicitó por la actitud “atenta” del líder ruso ante “las necesidades de seguridad de Israel”.
Un hijo del señor de la guerra libio Khalifa Haftar visitó Israel la semana pasada con una oferta clara para el gobierno de Jerusalén: apoyo militar y diplomático en la guerra civil que se libra en Libia a cambio de la normalización de relaciones si Haftar se hace con el poder tras las elecciones del 24 de diciembre, con las que se espera alcanzar un acuerdo entre facciones tribales y militares para formar un gobierno de reconciliación nacional que acabe con el conflicto. Haftar es el líder de uno de los dos gobiernos establecidos en Libia durante esta guerra. Con sede en Bengazi y Tobruk, la administración liderada por este antiguo aliado de Gadafi caído en desgracia “tiene el apoyo de una extraña coalición de la que forman parte Egipto, Jordania, los EAU, Rusia y, de manera secreta, también Francia”, según ha escrito el corresponsal de asuntos de inteligencia de Haaretz, Yossi Melman.
La polémica en torno al rescate de los judíos que quedan en Etiopía, que está sumida en una guerra civil entre el régimen de Adis Abeba y los rebeldes de la región de Tigray, está teniendo consecuencias inesperadas. La ministra de Aliá e Integración, Pnina Tamano-Shata, de origen etíope y miembro del partido Azul y Blanco, insiste en que Jerusalén debe evacuar y traer a casa a todos los judíos etíopes. Tamano-Shata estaría dispuesta a dimitir si no se cumple su exigencia, según cuenta el Jerusalem Post. Pero un informe del Consejo de Seguridad Nacional ha advertido de los riesgos de que muchos de los 8.000 supuestos judíos que quedan en Etiopía no sean en realidad judío y estén exagerando el riesgo que corren en la guerra. Traerlos sin investigar previamente sus orígenes, dice el informe, supondría un problema demográfico para Israel, y crearía tensiones con las autoridades etíopes. Estas tensiones ya han empezado a producirse a raíz de la evacuación en los últimos meses de unos 2.000 judíos etíopes. Ahora que están en Israel, las autoridades competentes creen que decenas de rescatados se hicieron pasar por judíos para salir de Etiopía. Por si fuera poco, el primer ministro de Etiopía, Abiy Ahmed, se ha quejado por teléfono a su homólogo israelí de que entre los rescatados hay “criminales de guerra” que participaron en al menos una masacre perpetrada en Tigray por los rebeldes. Estas circunstancias habrían llevado al gobierno de Bennett a suspender el rescate de otros 800 judíos etíopes. (Times of Israel)
Continúa la odisea de la secta fundamentalista judía Lev Tahor. Mientras su líder, Nachman Helbrans, es juzgado en Nueva York por secuestro de menores, decenas de adeptos a la secta han dejado su base en Guatemala y vagan por el mundo intentando llegar a Irán, donde el grueso de este grupo antisionista formado por unas 250 personas quiere pedir asilo político. Pese a la aparente afinidad ideológica con los ayatolás, que comparten su integrismo religioso y la hostilidad a Israel, el gobierno israelí y países como Estados Unidos o Canadá intentan impedir, con la colaboración de sus aliados, que los miembros de la secta lleguen a Irán. Además de ser judíos, la mayoría de adeptos de Lev Tahor tienen pasaportes de Israel, Estados Unidos y Canadá, países en los que vivieron antes de huir a Guatemala huyendo de la justicia. Estos tres gobiernos temen que Irán los utilice como rehenes para obtener concesiones de sus enemigos occidentales. Según las últimas informaciones, unos 70 “talibanes judíos”, como se les conoce por la forma extrema en que practican la religión, consiguieron llegar en avión a Erbil, en el Kurdistán iraquí. Desde allí planeaban ingresar en la vecina Irán, pero las autoridades locales les deportaron a Turquía, según un grupo de ex adeptos, familiares de adeptos y empresarios judíos que trabajan para liberar a los miembros de la secta. Según se había escrito en un primer momento, varios miembros de Lev Tahor habrían viajado desde Turquía a Rumanía. La Policía de Fronteras rumana me confirmó ayer que 24 miembros de la secta, entre los cuales había 13 menores, llegaron en avión a Bucarest el pasado 3 de noviembre, pero fueron devueltos a Estambul por no cumplir los requisitos de ingreso al país. Dieciséis de los viajeros rechazados por Rumanía viajaban con pasaporte guatemalteco, seis con pasaporte de EEUU y otros dos tenían las nacionalidades canadiense y portuguesa. Integrantes del grupo que aterrizó hace días en Erbil también han sido rechazados por Moldavia. (Yeshiva World, Jewish Telegraphic Agency)